Al hombre de mi vida

jueves, 10 de marzo de 2016

Dicen que cuando alguien te deja 
se te ocurren todas las cosas que podrías haberle dicho, 
todas las cosas que querías hacer con esa persona. 
Pero ya es tarde, 
y te arrepientes. 
No es mi caso contigo. 
Eres el único al que he seguido diciendo "te quiero" hasta el final, 
abiertamente y sin vergüenza ni miedo. 
Te he besado y abrazado cuanto he querido. 

He jugado a las peluquerías contigo, 
te he llevado la cerveza con los frutos secos cuando me encantaba hacer de camarera, 
he escuchado tus tres chistes infinidad de veces, 
siempre las mismas bromas...
y siempre me he reído, 
porque nunca han dejado de hacerme gracia.

Contigo he aprendido que la imaginación es el arma más poderosa que tengo 
y que los garbanzos pueden ser mucho más que comida, 
que un trozo de cartón puede convertirse en el mejor juego, 
y que una cuadricula puede demostrar que conoces a la perfección a una persona.
Que contar dinero puede ser divertido, aunque luego no vayas a quedártelo, 
y que un brazo sobre los hombros, 
aunque pese, 
puede ser el "te quiero" silencioso más importante.

Me has demostrado que se puede hacer cambiar a la gente, 
y si no que se lo digan a Doña Leonor, 
que no le gustaban los perros. 
Me has enseñado que las madrugadas no existen si se trata de problemas de matemáticas 
y que la fuerza de voluntad hace milagros. 

Siempre recordaré mi primer "móvil", 
que fue también mi primer mechero, 
y como te reiste a carcajadas hasta llorar. 
También cuando lloraste, 
pero porque tu cabezoneria no te permitía reconocer que deberías haber escuchado nuestras advertencias sobre el picante. 

Pero sobre todo nunca voy a olvidar tu fuerza para superar los momentos duros 
y tu entereza en las situaciones difíciles, 
cómo me buscaste cuando no quería ser encontrada 
y me ofreciste tu hombro (y tu pañuelo de tela) para llorar cuando no quería que nadie me viera. 

Parte de lo que soy hoy te lo debo a ti, 
has estado siempre ahí, 
para escucharme, para apoyarme, 
para reirte de mí cuando me lo merecía 
y para enseñarme a reirme contigo de mí misma.

Quiero pensar que te he hecho sentir orgulloso, 
pero sea o no así, sé con certeza que me has adorado desde que tengo uso de razón, 
y eso me llena más que cualquier tipo de orgullo.

Has sido cabezota, mucho, hasta para irte. 
Supongo que eso lo he heredado de ti, 
pero sin duda tu siempre me has superado.

Aunque siempre todo el mundo sabía que nos llevabamos bien, tu y yo sabemos que no era eso. 
Eres la persona que mejor me ha conocido, 
a veces sin hablar. 
Nos hemos entendido siempre, 
porque nos parecemos más de lo que se ve desde fuera. 
Por eso estoy tranquila, 
porque no podría elegir a una persona en el mundo mejor que tú a la que parecerme, 
y me siento orgullosa de decir que has sido y siempre serás 
el hombre de mi vida. 
Ojalá algún día mis nietos tengan un abuelo cómo tu, 
porque será el mejor regalo que pueda darles. 
Eso...
y un cacahuete para alimentar al mono...

Te quiero.