Reflexiones de un fin de semana

lunes, 2 de mayo de 2011

Ya va a hacer un mes desde la última vez que escribí en este blog...UN MES!!! Se me ha pasado volando. Vuelvo, como no, para desahogarme, porque lo necesito. Porque este fin de semana me ha servido para desconectar y darme cuenta de muchas cosas.
Para quien no lo sepa, he estado en Segovia, trabajando como fisioterapeuta en un torneo de futbol infantil. Antes que nada decir que me lo he pasado genial, que me he reído muchísimo, y que he conocido a compañeros super majos (aunque después de perder la poca dignidad que me quedaba jugando al yo nunca no creo que piensen lo mismo de mi xDDD). Espero repetir con vosotros, de verdad, sois la leche!!
Además de currar, liarla pardísima en un campamento rodeada de niños, y casi quedarme dormida en una silla de hierro porque mi cuerpo no daba más de sí, este fin de semana he estado poniendo en orden mis ideas. La conclusión que he sacado es que la sinceridad no sirve para nada.
Me he dado cuenta de como ciertas personas se pasan la vida jugando. Jugando a ser alguien que no son, jugando con los sentimientos y, sobre todo, jugando con las personas. La gente que se esconde tras los juegos porque les da miedo todo, les asusta lo que puedan pensar o decir de ellos, les horroriza equivocarse y, sobre todo, les espanta el dolor.
Es por este tipo de personas que la sinceridad no sirve. Puedes ser completamente sincera con alguien y pensará que estás jugando a su mismo juego. Puedes creer lo que te dice en ciertos momentos, porque seguro que en algunos está dejando de jugar, pero no sabes cuáles son esos momentos.
Yo no sé jugar a estos juegos. No me gustan. Me gusta la verdad, aunque duela, porque si alguna vez no duele y te hace la persona más feliz del mundo será VERDAD, no será un juego. No me importaría oir las verdades más dolorosas durante años si con eso puedo difrutar de alguna que otra verdad que me ponga una sonrisa en la cara, con la certeza de que es verdad, sin preocuparme de que sea una estrategia, un juego, una artimaña o una máscara.
La vida sería mucho más fácil si las personas no se relacionasen de esta forma, si todos tuvieramos el valor que hace falta para decir las cosas de frente, tal como son, y dejarnos de tonterías. Pero, a día de hoy...¿quién puede ofrecerte algo como eso? Y, si te lo ofrecen...¿será verdad?

1 comentarios:

cris :) dijo...

Me gussssta! No sé si lo creerás o no... pero muchas veces he pensado eso mismo yo también... lo de la verdad dolorosa pero necesaria. En fin, me alegra saber q no soy la única loca q se lo plantea ;P

A ver si nos vemos pronto y charlamos sobre verdades y cosas q se dicen con una copa de más y que no se recuerdan... jajaja besitos!

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