Cuando todo se derrumba

jueves, 13 de agosto de 2015

"Siempre en estado de alerta, siempre en arenas movedizas y la ilusión hecha trizas" (Kase-O)

Siempre me han dicho que debo pelear por lo que quiero, que nunca debo rendirme. Siempre me han enseñado que hay que levantarse cada mañana con ilusión y sueños que cumplir, que debo tener una meta y construir el camino hacia ella. Siempre he sabido que nada es gratis, que las cosas cuestan y que sólo con esfuerzo se consigue lo que se quiere.
Pero ¿hasta cuándo?
¿Cuántas decepciones puedes soportar antes de venirte abajo?¿Cuántas veces puedes levantarte después de haber caído? ¿Cuántas piedras puedes apartar del camino sin agotarte por completo? ¿Cuántos sueños puedes reanimar después de que el mundo te los ahogue?
¿Hay un límite para perseguir lo que quieres o acaso la lucha es infinita?
Dicen que aquellos que no se rinden son los que triunfan, que los que siguen peleando son los que de verdad alcanzan lo que quieren, y que los que cesan en su empeño es porque no lo querían lo suficiente.
He peleado como la que más, he sonreído cuando sólo quería llorar, he afrontado obstáculos que creía insuperables y he aceptado todo lo que me venía con actitud positiva. Y he descubierto que todo el mundo tiene un límite.
Llega un momento en el que algo dentro se rompe, la sonrisa pierde su fuerza, las personas no pueden dar más de sí. Llega un punto, un instante fugaz, en el que todo se derrumba, en el que la ilusión se pierde, en el que las personas deciden que ya no pueden más.
Es ese momento, ese minuto exacto en el que el destino te azota con el último revés que puedes soportar, en el que se demuestra que clase de persona eres.
Lloras, te hundes, lo ves todo negro. Seguir peleando parece imposible y no encuentras una salida...
Pero siempre la hay.
Puede que tu sonrisa tarde en volver, puede que tu fuerza para pelear sea menor, puede que el tiempo que necesites para encontrar de nuevo tu camino sea mayor.
Y puede que, al final, no sirva de nada.
Pero ¿qué otra cosa podemos hacer más que seguir levantándonos? ¿que otra opción nos queda más que lamernos las heridas e intentar que cicatricen lo antes posible?
Seguir luchando es cuestión de actitud, cuestión de fuerza. Es desear algo lo suficiente como para no ceder. Es no abandonar el camino, aunque las lágrimas te impidan verlo.
Es más difícil ser golpeado si te mantienes en movimiento, así que no pares nunca. Sigue caminando, sigue peleando, sigue levantándote.
Todos vamos a recibir los reveses del destino, así que mejor que sea por algo que merezca la pena. Y los sueños siempre la merecen.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El límite lo pones tú. Todos los días amanece y todos los días anochece. La vida es divertida si te dejas llevar. No necesitamos tantas cosas. De todo se puede prescindir. Lo único importante es encontrarte a tí misma. Amarte y unirte al universo. Las pequeñas acciones cotidianas componen toda una vida, se suman para lograr un éxito. Persevera en los momentos difíciles. Culpar a los demás para justificarse a uno mismo o culparse a uno mismo, es poco maduro y derrotista. Aceptar responsabilidades no sólo pone fin a esas emociones negativas y destructivas, sino que abre la puerta al futuro. Cuanto menos cierres tu mente a las responsabilidades que se te presenten, más conocerás tus límites y posibilidades, y más independiente te sentirás. Hazlo todo con amor.
Mami

Anonimo dijo...

He leído tu entrada y me parece una visión bastante pesimista de la vida. La vida consta de disfrutar de las cosas que te trae y saber superar aquellas que no son fáciles. Pero seguro que puedes superarlo todo sin perder esa sonrisa que te hace tan especial. Disfruta de la vida y aprovecha cada momento de ella
Animo

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